jueves, 22 de enero de 2015

Emulando a los Neveros

Hace unas semanas leí en la prensa un artículo que hablaba de una publicación sobre los Neveros cuyo autor es Manuel Titos y aunque el libro no lo he conseguido, este sábado hemos recorrido ese antiguo camino partiendo de la ciudad de Granada. Todo un reto por el desnivel que nos esperaba.





Para ello contactamos con la empresa de turismo activo Mamut Sierra Nevada,  Paco será el guía que nos acompañará. Esta empresa la conocimos a través de un folleto sobre el parque, donde aparecían las empresas que colaboran con él, que nos dio la semana pasada Julio, del hotel Picón en Jérez.  Quedamos en los jardines del paseo del Salón, en el monumento que recuerda al duque de San Pedro de Galatino. Todavía es de noche.



Amanecer saliendo de la ciudad  en dirección a Los Rebites. En este primer tramo, el paisaje no tiene nada que ver con el que recorrieron los neveros con sus mulos.


Pasamos por encima de Huétor Vega, deprimentes los efectos del incendio de este verano aunque se ve que están trabajando para remediarlo.




Más adelante comprobamos el porqué del nombre de la Cuesta del Desmayo. Prados verdes en el Purche con una capa de nieve. A un lado el río Genil y la carretera de la sierra, a otro el río Monachil.


                  































Tramo de vereda estrecha entre rocas, vemos el Dornajo, la primera cumbre del día, y a la derecha, el Trevenque. 




Dura subida que nos quita el frío, ya no hay árboles, estamos a más de 2000 metros, en el monte Ahí de Cara, un espléndido mirador, es la hora de comer. Paco nos habla del Parque Nacional y de su gestión.




También nos habla de una época de esplendor de la sierra, los visitantes del XIX, la construcción del tranvía, de la carretera, de los primeros albergues...


                                 Rafael, guía de Sierra Nevada en el siglo XIX.


Nos ponemos los crampones y las polainas, hay nieve recién caída, seguimos subiendo. 



Llegada a los Peñones de San Francisco, subimos a su cumbre con algunos pasos delicados, pero el guía nos da seguridad, a los acentores les cuesta menos trabajo.





Llegamos a la Hoya de la Mora, el Veleta parece muy cerca, pero preferimos un café en el Albergue Universitario.



Allí nos recogen y volvemos. A Granada llegamos al atardecer.



Muy dura la vida de los neveros aunque disfrutaban de un paisaje espectacular que por suerte nos ha llegado aunque, según la zona, bastante modificado.





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