Fin de semana de primavera
recorriendo varios pueblos de la comarca. El campo base en el Hotel Mecina Fondales, establecimiento integrado en el paisaje, en su restaurante, platos
con productos del lugar, información de calidad, biblioteca sobre Sierra Nevada
y sobre el tema que te interese,... en definitiva, como dice Víctor su
propietario, aquí nos creemos que en un Parque Nacional como Sierra Nevada, la
oferta turística debe buscar la sostenibilidad.
Él pertenece a la asociación de empresarios de
Sierra Nevada vinculados a la Carta Europea de Turismo Sostenible, lo mismo que
todas las empresas que visitamos desde que nos enteramos de esta iniciativa.
Llegada el sábado a la hora
del almuerzo: remojón del Santo Patrón San Marcos y cazuela de espárragos
trigueros, antes habíamos probado el queso de cabra de Cástaras. Comienzo
prometedor.
Tarde relajada de tertulia
y paseo por los alrededores, se escuchan numerosos pájaros, las vistas del río
Trevélez son inmejorables. Para la cena, plato alpujarreño y de postre carne de membrillo casero con queso fresco.
Mañana del domingo
preparándonos para la excursión, nos vamos hacia Ferreirola, desde allí
subiremos primero a Atalbeitar, después a Busquistar para bajar de nuevo a
Ferreirola y tras pasar por Fondales y Mecinilla, terminar en Mecina, en el
hotel.
Es la mejor época del año,
o eso parece, todo está verde, hay barrancos, acequias, bancales,...
atravesamos una zona donde ha habido un incendio recientemente, se han quemado
grandes árboles.
Pasamos por un molino
centenario que está restaurando Jacobo, su propietario. Lleva años trabajando
él solo para devolverle su esplendor y se nota el cariño que le pone.
Hemos cometido el fallo de
no contratar a un experto en pájaros, de los muchos que vemos y oímos, solo
identificamos unos cuantos.
Hay fuentes por todos
sitios y carteles indicadores del itinerario también. Por aquí pasan varios
senderos señalizados, entre ellos, el Sendero Medieval.
Forma de reutilizar
genuinamente alpujarreña
Estos eran los caminos que
se usaban hace mil años para trasladarse entre pueblos y para ir a la capital o
a la costa.
Cada vez que doblamos una
loma, nos sorprende una visión más bonita que la anterior.
Terminamos con los pulmones
llenos del mejor oxígeno, el estómago de la mejor comida y la mente de las mejores sensaciones.